La marginación de Emilio de Justo y el enésimo despropósito de Pagés.

 

Emilio de Justo dando su logrado pase de pecho (Foto: Europa Press)

    Tal y como adelantaba esta misma mañana el periódico ABC, es conocida la noticia de la inexistencia de un acuerdo entre la empresa Pagés y Emilio de Justo. Esta nueva nos llega en medio de la confección de los carteles de esta temporada. Según Jesús Bayort, "Ramón Valencia le planteó la posibilidad de torear dos corridas de toros (La Quinta y Victorino), oferta que el diestro extremeño considera insuficiente por estar ambas divisas encajadas en el periodo de 'preferia' y por no recibir, al menos, la posibilidad de escoger una ganadería dentro del amplio abanico que se le ha desplegado a las figuras".

    Conviene, antes que nada, precisar que matar las corridas de La Quinta y Victorino Martín (para mí, la de mayor peso de toda la feria) dista mucho de ser algo indigno. Comparecer en Sevilla con esos hierros es, en sí mismo, una hazaña. Mi crítica, por tanto, no se dirige a ese aspecto, pues es evidente que por muy merecido que lo tenga el extremeño, a Ramón Valencia su berrinche le importa un bledo (teniendo a Matilla para solventárselo). Es de suponer que lo que pide Emilio de Justo es una corrida de toros en la semana de farolillos, y no es muy difícil de arreglar: se le quita el caramelito a Cayetano, un torero completamente desfasado ya, y se queda el sábado de farolillos en Emilio de Justo, David de Miranda y Roca Rey con toros de El Parralejo. Y que no sea por molestar al figurón, hombre. Si no está conforme, que ocupe el puesto de Manzanares en la corrida de Matilla. 

    Lo verdaderamente indignante de este asunto es constatar cómo están siendo colocados otros espadas en el serial. Primero, los tres mosqueteros de Matilla: Castella, Manzanares y Talavante. Si han seguido la publicación de los carteles de las primeras ferias de la temporada, habrán comprobado que aparecen en todas partes. En la mayoría de los casos, además, se anuncian dos de ellos arropados por Morante, que les abre cartel. ¿Saben cuántos años de alternativa suman entre los tres? Sesenta y seis. Y lo realmente inaceptable no es su presencia en los carteles, sino el modo en que desplazan a toreros que sí concitan el interés y la predilección de la afición. A nadie, absolutamente a nadie, le importan ya estos tres. Pero, como dijo en su día un profesional del toreo: "En España no se mueve una vaca sin que Matilla esté de acuerdo". Toño Corleone ha sabido aprovechar la fractura entre la empresa y De Justo para colocar a Castella en la corrida de La Quinta. El francés, con las mismas tardes que Juan Ortega, quien —a mi juicio— firmó la faena más meritoria de la pasada temporada sobre el albero de la Maestranza.

    De Manzanares poco hay que añadir: lleva años evidenciando que el sentido del ridículo es un concepto que le resulta ajeno. Resulta incluso cómico que en su día se dijera de Morante que era un imitador de Curro Romero, cuando José Mari ha heredado lo peor del maestro: verlos sólo con la derecha y cuanto más lejos, mejor. Su faena de todas las tardes es un letargo, su inmutable traje azul, una condena a la monotonía. Pero, al parecer, en el toreo del siglo XXI está bien visto chupar del bote de manera indefinida.
    
    De Talavante, ¿qué decir? El de "falta canela en rama, sobran desfiles". O el de "sé que cuando quiero, soy el más valiente del escalafón". Su autoexilio le dejó, sin duda, secuelas: ha perdido por completo el sentido de la vergüenza torera.

    Por otro lado, y ya que su nombre suena como posible sustituto de De Justo en la corrida de La Quinta, no puedo dejar de mencionar a Tomás Rufo. Con apenas cuatro años de alternativa, el niño de los Lozano se conduce como si llevara treinta. Hasta censura en redes sociales, para más inri. Es lamentable que esté colocado dos tardes en la Feria de Abril, con dos de las Puertas del Príncipe más grotescas de los últimos años. De Julián lo tomó todo, y ahí lo tienen: con cuatro años en esto, matando la camada completa de Garcigrande. Sería interesante verlo tomar el hueco de Emilio… pero con los victorinos, claro. Habría que verlo.

    Con todo esto, resulta exasperante el enésimo golpe de mano de Ramón Valencia, que no es más que otra muestra de su escasa afición. Llama la atención, además, que actúe de este modo cuando todo apunta a que este será el último año de Pagés al frente de la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería. ¿Acaso no quiere una dulce despedida? 

Lo firma, Tercio de Quites.

    


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